¿Escuchó hablar de “conciencia de prosperidad”?
Cuando usted adquiere conciencia de prosperidad el dinero se manifiesta en su vida cuando desee, así como la salud, la amistad y la felicidad. Tiene la habilidad de avanzar con facilidad, funcionar sin esfuerzo y convenientemente en este mundo.
Conciencia de prosperidad es la fuerza invisible que lleva a una persona sin dinero a producir fortuna de la nada.
Por ejemplo, en Paraguay tenemos colonias menonitas, pobladores extranjeros que llegaron desahuciados al país, sin dinero, y fueron asentados en regiones “inhóspitos”, pero unos años más tarde lograron unos niveles de prosperidad envidiables.
¿Qué llevó a esa gente de ser los miserables de estas tierras, a convertirse en modelos de progreso y riqueza?
Esos hombres y esas mujeres, aunque no trajeron nada valioso en sus manos, trajeron conciencia de prosperidad en su interior; tenían la certeza de ser capaces de generar riqueza, tenían fe de ser merecedores de una vida próspera, y trabajaron con paciencia hasta producir un imperio de prosperidad, manifestando en el mundo físico la riqueza de su mundo interior.
En qué consiste la conciencia de prosperidad
Conciencia de prosperidad significa adquirir un estado mental en que aceptamos la idea de estar rodeado de abundancia, y que merecemos gozar de ella sin restricción alguna; esa aceptación es tan segura que empezamos a actuar en consecuencia y aguardamos con alegría y gratitud los frutos de nuestro actuar incluso antes de que se materialice.
Ese estado mental está determinado por los sistemas de creencias arraigados en el subconsciente como patrones de pensamientos recurrentes, que a su vez desencadenan un conjunto de sentimientos o emociones, los cuales nos conducen a actuar de una manera determinada y obtener los resultados afines a esas acciones.
T. H. Ecker lo dice así: “Los pensamientos conducen a sentimientos; los sentimientos conducen a la acción; y la acción conduce a resultados”, luego, “si queremos modificar los resultados, debemos modificar nuestros pensamientos, que son las causas primeras de nuestra situación actual”.
Entonces ¿Qué es lo que le llevó a los menonitas pensar de una manera determinada, que lograron tan excelsos resultados? Y ¿Qué conduce al resto de la población a pensar tan diferente, para llegar a resultados también muy distintos? Si sólo hay que cambiar los pensamientos recurrentes para lograr resultados extraordinarios, por qué no todo el mundo está abocado en la tarea de ser rico, de prosperar en todos los ámbitos de la vida. ¿Cualquiera puede cambiar sus pensamientos, no?
La mente es comparable a una súper computadora,
programadapara cumplir diversas y variadas funciones, entre ellas, programas específicos para producir riqueza (o pobreza).
Esos programas han sido instalados allí durante un largo proceso de desarrollo y actualizaciones, conforme nuestras experiencias de vida. Sin embargo, la etapa de mayor importancia en la programación mental es la niñez, donde se define gran parte la mentalidad y la personalidad en su conjunto. Hasta los 7 años de edad, nuestro cerebro es como una esponja que absorbe todo lo que oye, ve y vivencia.
La
Neurociencia estudia el proceso de instalación del cerebro y la mente, la incidencia de los factores hereditarios y ambientales en la configuración de los programas mentales, y las redes neuronales que los sustentan.
El sistema básico de pensamientos y sentimientos que nos caracteriza a cada individuo se configura en base a lo que recibimos en la herencia y lo que aprendimos en la primera infancia, a partir de tres factores ambientales determinantes: Las palabras que expresaban las personas importantes para nosotros, los ejemplos que veíamos en sus comportamientos y las experiencias concretas, placenteras o traumáticas, que tuvimos antes de los primeros años de nuestra vida.
Los tres factores que programaron nuestra mente para la prosperidad o la escasez:
Primer factor: La palabra
La mente, en gran medida, se programa neurolingüísticamente. Todas las palabras que oímos desde muy niño determinan en gran medida nuestra manera de pensar, aunque en aquel momento no hayamos sido conscientes de lo que oíamos.
Si todo lo que oías desde niño fue, que “no hay dinero”, “los ricos son malvados”, “los que nacen pobres mueren pobre”, “el dinero no crece en los árboles”, “los ricos no van al cielo” y todo lo negativo acerca del dinero y la gente rica, lo normal en tu vida será vivir escaso de dinero, a menos que trabajes en cambiar tus patrones de pensamiento.
Hay gente que ni siquiera puede conseguir un trabajo, porque lo más que escuchó en su infancia fue “maldito trabajo”, “odio a mi jefe”, “ya no quiero sufrir en mi trabajo”, “no hay trabajo agradable”, etc.
Otras expresiones que quizás te ayuda a reconocer las creencias negativas que dominan tu mente: “
el dinero es el origen de todos los males, los ricos son avariciosos y malvados, si quieres dinero debes matarte trabajando, no puedes ser rico y espiritual, la felicidad no puede comprarse, los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, no todos pueden ser rico, nunca se puede tener todo, eso no es para nosotros”.
Dos cosas hacen difícil cambiar estos patrones de pensamientos: Primero, que fueron codificados y reforzados con infinitas repeticiones que desarrollaron redes neuronales sumamente sólidos en el cerebro; y
segundo, porque los hemos oído decir a personas que gozan de nuestro aprecio y confianza, principalmente los padres, familiares cercanos, maestros y sacerdotes, por lo que están codificados emocionalmente. Las emociones suelen ser muy adictivas si se las experimenta por largos periodos de tiempo.
Cuando intentamos cambiar racionalmente nuestra manera de pensar, terminamos actuando automáticamente de la manera original, porque nuestro subconsciente se inclina más a obedecer las emociones profundamente arraigadas en nosotros, antes que a las ideas nuevas que intentamos aprender.
“El límite de tu mundo es el límite de tu lenguaje” Ludwig Wittgenstein.
El lenguaje es la herramienta que nos permite establecer un continuo diálogo con nosotros mismo en nuestro interior, y con los demás en la sociedad.
Por lo general, el lenguaje que aprendimos desde niño está cargado de “No”. Apenas nos movemos en la vida y las personas que más amamos se cansan de repetirnos “no hagas eso”, “eso no sirve”, “tu no puedes”, no, no, no… razón hay para que, de grande, desarrollemos una actitud mental negativa, que muchas veces nos ciegan y dejamos escapar inmejorables oportunidades para avanzar y desarrollarnos.
Nuestro diálogo interior suele basarse en decirnos a nosotros mismos todas las razones por la que no podemos hacer algo, o lo que dirán de nosotros si fracasamos, como tratando de convencernos a nosotros mismos que no valemos, no podemos, o no deberíamos avanzar. Con suerte terminamos actuando dubitativos, avanzando pero con la mirada puesta hacia atrás, en todos los “noes” que traemos en la valijero.
“Tus palabras te condenan, no yo; lo que tú mismo dices habla en tu contra” Job 15;6.
Nuestras palabras reflejan nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos, aquellos que representan nuestras convicciones más profundas. Cuando las pronunciamos, con ese poder de convencimiento, se convierten en poderosos decretos que serán obedecidos por nuestro sistema nervioso central encargado de nuestras acciones y por el universo que nos rodea.
Segundo factor: Los ejemplos
“Las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran” dice el dicho. Lo que vemos hacer a los demás, en especial si son personas que tiene autoridad en nuestras vidas, se impregnan en la retina y en el subconsciente, aceptamos como regla general y actuamos conforme a ello.
Los ejemplos adquieren mayor fuerza en la programación mental después de los primeros siete años, cuando se desarrolla nuestra capacidad racional y nace en el niño el impulso de imitar y tratar de adecuarse a lo que ve en su entorno. En la pubertad empezamos a busca nuestros propios ejemplos a imitar, fuera del círculo cercano.
Pregúntese en esta instancia cómo veía a sus padres manejar el dinero. Eran ahorradores, invertían para generar más, o simplemente nunca tenían dinero, porque apenas alcanzaban algo lo gastaban todo. El dinero, era motivo de alegría, gratitud y concordia en la casa, o más bien fuente de discordia y pesar. Eran generosos y dadivosos con la riqueza que generaban o más bien, tacaños y mezquinos.
Igual atrae a igual. Si creciste entre gente pobre, quejándose todo el tiempo, criticando a los ricos, juzgando a los que viven prósperamente, lo más probable es que tu sistema de creencia esté impregnado por dichas ideas. Normalmente ese tipo de personas son muy malos administradores del dinero, por lo general no tienen ahorros y mucho menos inversiones, por más que en algún momento tuvieran la oportunidad de hacerlo.
A lo mejor te surgen unas fuertes emociones de rechazo hacia ese tipo de personas, una especie de rabia a la condición de pobreza en la que naciste. Es un buen punto para iniciar el cambio, lo que no te gusta debe ser un motivo para buscar lo que sí te gusta, pero primero deberás superar esa emoción negativa, porque aquello a lo que te resistes, atraes en tu vida.
Las personas que se vuelven rica porque odian la pobreza y la gente pobre, generalmente no viven una vida prospera, viven infelices, porque la motivación que los lleva a acumular riqueza no está en avanzar y desarrollar lo que son al servicio de los demás, sino en rechazar lo que no quieren ser. Son sutiles diferencias, que te prometo abordar en otra entrada sobre los motivos para ser rico. Si deseas riqueza para tapar otras carencias, nunca puedes lograr verdadera prosperidad.
Tercer factor: Experiencias o incidentes concretos, ya sean traumáticos o placenteros.
Esto puede ser una experiencia muy individual o familiar, que haya marcado la vida de la persona por haber producido marcas emocionales muy significativas, sean dolorosas o placenteras.
Un ejemplo de una experiencia dolorosa podría ser para un niño ver a su padre golpear violentamente a la mamá por exigirle o cuestionarle por cuestiones de dinero. Probablemente esa criatura asocie el dinero al dolor, o un motivo de rabia. Imagina otro ejemplo, donde un joven ve morir a algún ser querido en una disputa por el dinero, ya sea peleando con un ladrón o acusando un paro cardiaco a causa de una discusión por dinero. A lo mejor en tu caso nunca hayas vividos situaciones tan dramáticas como estas, pero algún hecho traumático puede haber.
Un ejemplo más común y placentero puede ser la siguiente. La niña (o el niño) escucha venir el carrito de los helados, va corriendo junto a la mamá y pide dinero para comprar su halado favorito. La madre responde: “hija, yo no tengo dinero, pídeselo a tu papá, el tiene todo el dinero”. La niña va junto al padre, este le da el dinero y ella se complace con su delicioso helado. Pasan los días, y siempre que se hoye venir el carro de los helados, se repite la escena. La niña (o el niño) aprende que las mujeres no tienen dinero, que el dinero tienen los hombres. Imagina la niña convertida en esposa, ¡Pobre el marido! O, imagina el niño convertido en esposo, ¡Pobre esposa!
Pasos para desactivar las programaciones mentales de escasez y crear programaciones mentales acordes a la prosperidad:
Tomar conciencia; es decir, reconocer los patrones de pensamientos y las emociones que configuran tu mentalidad.
Tomar nota de las expresiones sobre el dinero y la gente rica que hayas oído en la infancia, sea de tus padres, profesores, catequistas, familiares y amigos cercanos. Se consciente de aquellas frases que aun hoy escuchas y pronuncias a menudo.
Anotarlo te permitirá tomar conciencia del grupo de pensamientos que domina tu vida. No necesariamente tiene que ser frases negativas, puede haber expresiones muy productivas. Toma nota de todas e identifica aquellas que están cargadas de emociones.
Describe el comportamiento de tu mamá y tu papá con él dinero. Cuál fue el comportamiento de cada uno de ellos en el manejo financiero. Así mismo, trata de identificar en tu pasado alguna experiencia que haya sido traumática para ti con respecto al dinero, o algún incidente que te haya marcado emocionalmente.
No te olvides expresar lo más amplia y sinceramente posible las emociones que hayan generado en ti los incidentes que pudiste haber vivido, sea que hayan sido dolorosas o placenteras.
Segundo paso
Segundo paso
Comprensión; es decir, entender cuál es el origen de tu manera de pensar y cómo ha afectado tu prosperidad hasta hoy día.
Describe los efectos que tú crees que las palabras o frases que has escuchado, los ejemplos que has visto y los incidentes concretos que hayas vivido, tuvieron en los resultados que has logrado en tu vida. Cómo crees que te afectaron, para bien y para mal. Toma conciencia del poder que tienen en tu vida las emociones relacionadas a los hechos que viviste en el pasado.
Tercer paso
Disociación; es decir, ahora que te das cuenta de donde proviene tu programación, decides separarte de ella o no, basándote en quien eres ahora y a dónde te gustaría llegar
Se trata de entender y asumir que esos pensamientos y modelos te fueron impuesto por otras personas, a quienes respetabas muchos, pero que, a pesar de que querían tu bien, eran ignorantes de los principios de prosperidad, que no podían enseñarte cosas mejores porque ellos mismos fueron víctimas de su ignorancia. Perdónalos, porque no sabían lo que decían, ni hacían, ok?
Acepta la emoción dolorosa o placentera que viviste, pero ten en cuenta que pertenece al pasado, que ahora tienes la opción de curar el pasado, perdonar y vivir solo emociones positivas y más productivas para tu prosperidad.
El perdón es un paso fundamental e ineludible en el camino del éxito y la prosperidad. No se puede avanzar hacia adelante, con una emoción que nos ata a un pasado doloroso.
Cuarto paso
Reacondicionamiento; es decir, introduce nuevas ideas, nuevos pensamientos y nuevas emociones que empezarán a reinar en tu mundo interior, y serán las bases para tu prosperidad.
Libera las emociones negativas del pasado y decreta para tu vida pensamientos y emociones de prosperidad. Cambia tu diálogo interior, introduciendo en tu vida afirmaciones positivas.
Un ejercicio que te servirá mucho en este paso es practicar declaraciones o decretos positivos. Consiste en afirmaciones mentales o habladas, que puedes ir repitiendo, hasta que formen parte de tu manera de pensar, y veas cumplirse en tu vida. No solo pronuncie las afirmaciones, trata de sentirlo e instalarlo en la emocionalidad para que se manifiesten en tus acciones y después en tus resultados.
Anota en un papel y coloca por todos los lugares donde puedas ver, recordar y repetir la frase que más te guste:
- Mi mundo contiene todo, nada me puede faltar.
- Pienso en grande, servir a muchas personas y recibir retribución por ello.
- Dios es abundante en mí. Dios proveerá
- Tengo una mente millonaria
- Yo creo el nivel de mi prosperidad, tengo el control.
- Mi meta es convertirme en millonario, ser prospero y feliz
Quinto paso
Tomar acción; finalmente, consiste en integrar entre tus hábitos las nuevas ideas. El conocimiento tiene solo un poder potencial, que se desarrolla y produce efecto al ponerlo en práctica físicamente.
Aquí te dejo algunas prácticas que puedes integrar a tus hábitos cotidianos para generar conciencia de abundancia:
- Practica la ley del dar para recibir. Al dar, estás diciendo a tu subconsciente y al universo, que tienes mucho, que no te falta. Cuando sirves a los demás, el universo te pregunta, y yo qué puedo hacer por ti. No necesariamente tienes que dar dinero, puedes dar una sonrisa, dar tu tiempo a alguien, dar una ayuda desinteresada, dar un pedazo de pan. Cualquier cosa que des, bendícelos, porque aquellos que bendecimos y damos con amor, se multiplica.
- Ahorra el 10% de lo que ganas. No esperes ganar mucho para ahorrar. Por menos que sea, guardar una parte de lo que ganas para ti mismo, para tu prosperidad, atraerás más oportunidades y más riquezas en tu vida. El primer diezmo que debes dar es a ti mismo, porque en ti vive Dios.
- Deshazte de las cosas que ya no usas. Recorre tu casa, junta todo aquello que no usas y dónalo a otra persona. Acumular cosas viejas, inservibles, por si acaso lo uses alguna vez es signo de una mentalidad de escasez. Deja ir lo viejo, así tendrás lugar para lo nuevo.
- Busca información y trata de conocer la vida de la gente rica y feliz. Al conocerlos verás que son gente como cualquier otra, que tú también puedes formar parte de ese grupo, que no tiene nada de malo ser rico.
- Guarda tus ahorros en una caja y cuéntalo a menudo, acaricia el dinero, toma cariño por él. Siente la satisfacción de tenerlo para ti, de poderlo acumular y ver crecer. Ten siempre un billete de mucho valor en tu bolsillo, no para gastarlo, sino para mirarlo, acariciarlo y sentir la satisfacción de tener.
- Practica la gratitud. Elabora una lista cada día de las cosas buenas que hay en tu vida y siente desde lo más profundo de tu ser una profunda gratitud por tus bendiciones. La gratitud te aleja de los pensamientos negativos y pone tu atención en la prosperidad y la abundancia.
- Dedica un momento diario a la meditación y visualiza sus metas y sueños. Imagina como si fuera realidad y siente la alegría y la gratitud por la experiencia. Recuerda que tu mundo interior crea tu mundo exterior.
- Por último, contactarte a los conocimientos que te prosperan. En este blog te daré pistas, pasa siempre por aquí, Suscríbete a las nuevas entradas.
Gracias a Dios por conocerte en esta página. Gracias hno eres genial me gusto los secretos que has mencionado. YO he venido practicando y programando mi mente y en verdad te felicito.. Un abrazo a la distancia. Dios te bendiga.
Excelente muchas gracias muy bueno.